Supervisión se corona campeón de Liga Independiente del Jobo
JUAN ÁLVAREZ MORENO/fotos Carlos Díaz
El reloj marca el minuto 20 del segundo tiempo, en su rostro se le nota la preocupación que la pone de nervios. Se lleva las manos a la cintura, frunce el ceño y cruza los pies, pocos la notan, la gorra de color azul que cubre su rostro se los impide; su reacción de Amalia es normal acaba de caer la primera anotación del partido y para colmo en contra de Supervisión. El equipo que dirige.
Son las seis de la mañana del domingo, el revoloteo de las aves de corral se escucha en el traspatio, nueve gallinas disponibles para el festejo. Se han preparado para ganar, es la oportunidad que esperaban; es la final del torneo de Liga Independiente de El Jobo.
Faltan cinco horas para que comience el partido, Rafael (propietario del equipo Supervisión) alista su taller para la celebración, bromea para disimular sus nervios, no tanto como a su esposa Amalia, DT de Supervisión.
Desde el sábado planearon todo, menos el posible resultado a su favor, ese se lo dejaron a la suerte, esa que les jugarían en los primeros 60 minutos de partido una mala jugada, pero que lo reconfortaría antes del final.
En el taller les aguarda el caldo de gallina, los refrescos y las caguamas pues no pueden faltar para hacer ameno el festejo, la celebración y el momento.
Cuando el reloj marca las 10 de la mañana, en el campo comienzan a instalar la carpa, a llevar las sillas para la premiación, la gente comienzan a rodear el terreno arisco y rústico pero ideal para la práctica del futbol llanero, cada uno agarra su piedra para ubicarse en el mejor lugar, nadie quiere perderse el partido de la final.
Todos, incluyendo doña Andrea (dueña de la cantina de enfrente) se han preparado, ha reservado al menos 10 órdenes de botanas, pues deduce que celebrarán ahí el campeonato o la derrota, según sea el caso. Los primeros en llegar al campo del equipo Supervisión son: la Mojarra, el Fuster, la Cuba, la Madera, el Juancho, el Marro, el Gabi, el Pijuy y el Inge (Rafael); minutos más tarde lo hacen el Tavo, la Coca, el Mencho, el Zaya, el Chaino, el Julio, la Paleta (Portero), la Brujita y el Sapo. El minchi fue el único que no pudo llegar, la Tortilla, está indispuesto se adelantó al festejo desde el sábado.
A las 11 con 12 minutos suena el silbatazo para iniciar el partido, los primeros 45 minutos no hubo goles, una atajada de la Paleta le valió a Supervisión no ir abajo en el marcador; el gusto y el susto no duró mucho, a los 20 minutos del segundo tiempo las redes de la portería que defiende la Paleta se estremecieron en el lado inferior izquierdo, lo que pone de nervios a Amalia quien frunce el ceño, cruza los pies y pone sus manos en la cintura.
Desde la otra banca se escucha los gritos, el festejo y el estruendo de la lámina que cubre la banca, al ser golpeada por celebrar el gol. Ese gol que paralizó toda conversación de la porra y la banca de Supervisión, pues Editorial Reymo gana 1-0.
La desesperación invade a presentes y extraños, a los jugadores dentro y fuera de la cancha, a los que hoy le van a Supervisión, a todos.
Todavía queda tiempo, suficiente para empatar y por qué no darle la vuelta al marcador. El árbitro marca tiro de esquina a favor de Supervisión, la Madera corre al área del cobro. En espera del centro, la Coca, la Mojarra, el Sapo, Mencho y fuera del área grande el Tavo y Julio para un posible remate.
-Fue la Coca, golazo de la Coca dice uno.
-No, fue la Mojarra dice Amalia. Efectivamente el festejo de los compañeros es para la Mojarra por empatar el marcador.
Desde el empate Supervisión fue otro, el partido se hizo a su modo, el segundo gol cayó por conducto de la Coca; bastó una media vuelta para quitar al defensa y sacar una ráfaga que no pudo controlar el portero de Editorial Reymo.
En la banca una voz infantil grita con todas sus fuerzas el gol, es Artemio (hijo de Rafa y Amalia) quien por segunda ocasión se despoja de su playera para girarla y corear la segunda anotación.
Minutos más tarde el tercero, luego el cuarto y por último, casi faltando cinco minutos el definitivo. Supervisión gana 5-1 a Editorial Reymo, equipo que en los dos partidos del torneo (ida y vuelta) le había ganado a los hoy campeones.
La algarabía, el festejo y las risas invaden la banca de Supervisión, sorprendentemente más de los esperados celebran el triunfo. El buen juego y desempeño del equipo convención a los presentes.
En el traslado al punto de celebración (el taller) los claxon de los carros irrumpe en la carretera del tramo El Jobo-Copoya, después se extiende a la entrada principal, más adelante a la calle que conduce al Cristo de Copoya; todos gritan, celebran, sonríen.
Las primeras botellas familiares se destapan, el motivo lo amerita, a la reunión acuden familiares de los dueños, esposas y novias de los jugadores, conocidos, exjugadores, vecinos y algunos colados. Pero todos celebran y beben con algarabía.
El festejo duró ocho horas, al final se extendió a la casa del Inge, cuando el reloj marca las nueve de la noche solo quedan celebrando La Mojarra, la Coca y su esposa mechita, el Tavo, el Doc y su esposa Rebe (amigos de la familia), todos siguen alegremente celebrando y recordando las anotaciones. Hoy hubo fútbol y para colmo de males y los buenos tiempos Supervisión es Campeón de Liga en el Jobo.
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