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Científicos descubrieron en el centro maya de Palenque, México, el ejemplo más antiguo en el Nuevo Mundo de un sistema de agua a presión.
Se trata de un sistema con canales cerrados para flujo de agua a presión, afirman los investigadores de la Universidad Estatal Penn, en Estados Unidos.
Señalan los científicos en el Journal of Archaeological Science (Revista de Ciencia Arqueológica), el dispositivo, descubierto en 1999, es similar a los acuedutos que fluían debajo de las plazas de Palenque, una importante ciudad maya.
Pero con la diferencia de que en éste utilizaron -quizás sin saberlo- avanzados conocimientos de ingeniería para presurizar el agua.
Los investigadores no saben, sin embargo, para qué utilizaron los mayas el agua a presión.
"Previamente se pensaba que los sistemas de agua presurizada entraron al Nuevo Mundo con la llegada de los españoles, -dicen los autores del estudio- sin embargo; los datos arqueológicos, las condiciones climáticas estacionales, la ubicación geomorfológica y la simple teoría hidráulica muestran claramente que los mayas de Palenque, en Chiapas, tenían conocimiento empírico de los canales cerrados de agua presurizada desde antes de la llegada de los europeos", agregan.
Zona de escarpes
El área de Palenque, en Chiapas, en el suroeste de México, fue ocupada por los mayas alrededor del año 100 y se convirtió en uno de sus centros principales durante el periodo clásico maya de 250 a 600.
Bajo Palenque se encontraban numerosos acueductos subterráneos, porque los mayas construyeron la ciudad en una zona restringida por una serie de escarpes (terrenos con declives abruptos).
Como las condiciones de la tierra impedían que los habitantes de extendieran, los mayas intentaron aprovechar el terreno construyendo sistemas hidráulicos y acueductos debajo de las plazas.
"Crearon un espacio urbano", afirma el profesor Kirk French, uno de los antropólogos que participó en el estudio.
"Cada 90 metros a lo largo y ancho del escarpe hay una corriente de agua. Y dejaron muy poco terreno sin construir", añade.
Estas corrientes de agua alimentadas por manantiales, que se combinaban con los tres metros de pluviosidad que caían durante la temporada de seis meses de lluvia, presentaban un riesgo de inundación que debía ser controlado, al menos parcialmente por los acueductos.
Pero en el acueducto de Piedras Bolas, que los científicos estadounidenses comenzaron a estudiar en 2006, se encontró un inusual conducto abastecido por un manantial y ubicado en un terreno empinado.
Tal como explican los investigadores, la pendiente del conducto cae unos seis metros desde la entrada de un túnel hacia la salida del agua, unos 60 metros cuesta abajo.
El conducto está ubicado de forma transversal y va desde tres metros cuadrados cerca de la fuente a casi 15 centímetros cuadrados en la pequeña abertura donde emerge el agua.
Ingenieros
"La combinación de gravedad en el agua que fluía desde el conducto y la súbita restricción de éste causa que el agua emerja desde la abertura con fuerza y bajo presión", afirman los autores.
"El conducto pudo haber alcanzado teóricamente un límite de seis metros en la pérdida de carga", dice el profesor Christopher Duffy, otro de los investigadores que participó en el estudio.
Y en la salida del agua, la presión ejercida pudo haber lanzado el líquido hacia arriba unos seis metros, completa.
Tal como expresa el científico, "bajo condiciones naturales hubiera sido difícil para los mayas ver ejemplos de agua presurizada en su mundo".
"Aparentemente ellos estaban utilizado conocimientos de ingeniería sin tener medios ni herramientas para hacerlo. Este conducto parece un sistema que servía para controlar a la naturaleza".
Actualmente, el acueducto de Piedras Bolas está parcialmente colapsado, así que por el conducto fluye muy poca agua.
Pero los científicos creen que el conducto pudo haber almacenado unos 80.000 litros de agua al controlar la salida del líquido.
Y entre los usos potenciales de este sistema de agua presión, creen los investigadores, pudo haber estado una fuente o quizás usaron la presión para dirigir el agua hacia una zona residencial adyacente y utilizarla como depósito de agua residual.
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